Trabajar de manera continua ya es difícil en mi rubro, pues los cursos vienen y van y generalmente terminan cuando uno más necesita generar ingresos…a fin de año. Así empieza la búsqueda de pegas alternativas que nos socorran en los meses de calor, que para nuestro bolsillo, son los más helados. Pero para hacer las cosas más complicadas, en muchas ocasiones se cierra la posibilidad de un buen curso por esa típica frase rompe-ilusiones: “Yo quiero clases con un gringo…”
Desde el día 1 en que comencé este trabajo hasta la semana recién pasada me he topado constantemente con esa frasecita tonta que me da lata, me da pica y me dan ganas de cambiar de nacionalidad por unos 3 meses no más.
Y no es que tenga algo contra los gringos, ni me da lata que sean mi competencia. Lo que me da lata es que a la gente le cueste tanto entender algo muy simple:
Insisto, no hablo de picada, tengo mis fundamentos, y los que conocen el rubro me van a encontrar la razón. ¿Cómo que en qué me baso? En lo siguiente, fácil:
- La gran mayoría de los gringos (insisto, no todos) que enseñan inglés en Chile vienen de paso por unos meses y buscan ganarse unos pesos para abaratar los costos del viaje. Se presentan en un instituto u Otec, los entrevistan y los capacitan una semana y los envían generalmente a los clientes más importantes…para lucirse con los relatores internacionales.
- El nivel cultural de estos gringos que menciono en general es bastante mediocre. Les falta vocabulario, tienen muuuuchas faltas de ortografía, y a falta de léxico apropiado muchas veces se sacan el pillo enseñando todos los garabatos que se saben en inglés. En realidad, en más de una ocasión he discutido esto con mis colegas, y literalmente es como poner a un flayte a enseñar español…a ejecutivos. Los pobres alumnos no se dan ni cuenta.
- La mayor parte de estos gringos no sabe cómo enseñar. Nadie les indicó nunca cómo se van introduciendo de manera progresiva los conocimientos en la cabecita de los alumnos. Nadie les enseñó de metodología, ni de contenidos gramaticales, ni de funciones lingüísticas, ni tampoco de cómo enseñar pronunciación. No saben qué errores esperar, cuáles evitar, cómo corregirlos. No saben que cuando uno está al frente tiene que estar preparado para cualquier eventualidad sin perder el control ni el objetivo fundamental de la clase. No saben enfrentar las dudas tampoco. Varias veces me ha tocado supervisar a gringos, y la gran respuesta que dan para explicar algo es “porque es así”. A mi (como a todos los profes de inglés) me entrenaron 5 años para NO dar esa respuesta. Tuve que aprender cómo hablamos español, cómo aprendemos inglés, por qué nos cuesta y cómo podríamos llegarlo a hablar…aprendí los errores tipicos y los no tanto, los sonidos que cuestan, las palabras engañosas, los ejercicios que ayudan en casos extremos, las actividades más enriquecedoras, y un sinfín de cosas que no alcanzo a nombrar acá. Un gringo apurado sabe que en Chile le decimos gringos a todos los que vienen de un país de habla inglesa…
- Son fomes. Para enseñar lo más típico que se les ocurre es llegar con un diario en inglés, una fotocopia. Se la pasan a su alumno-víctima para que la lea. Luego comentan lo leído. O sea, zzzzzzzzz…¿qué más puedo decir? ¡Y una que se vuelve mono buscando libros, canciones, diálogos, películas, chistes, ejercicios interactivos, softwares y cosas varias para que la clase no destiña!
Pero ésa es la realidad. Son mi competencia. Tienen muchas fallas, pero también muchos adeptos. Y después de 3 o 4 experiencias de “tuve-un-profe-gringo-pero-no-resultó”, ELLOS, los benditos alumnos vienen a mí. Mansitos, llenos de trancas, dan pena algunos. Ahí yo sonrío y me preparo mentalmente: “hay que entrar a picar…”
Un abrazo,
Lucía